Los nuevos inmigrantes en Israel, llamados en hebreo olim jadashim, deben enfrentar grandes retos y dificultades para realizar el sueño de construir una buena vida en Israel y en muchos casos establecer una familia. Sigue leyendo
Sara Alboukrek junto a su nieto nacido en Israel. Foto: cortesía de Sara Alboukrek
Un número considerable de las personas que han considerado inmigrar a Israel son adultos mayores. La mayoría, sin embargo, desiste de este proyecto en vista de todas las dificultades que implica hacer un cambio de vida tan drástico, especialmente cuando se ha pasado del medio siglo. Sigue leyendo
En el 2004, impulsada por motivos sionistas y buscando un cambio de vida, Hadassa Kalderón decidió emprender la aventura de buscar su futuro en Israel a los 26 años, dejando su familia en Venezuela donde se dedicada a varias actividades, principalmente a la enseñanza de danzas folclóricas y modernas. Sigue leyendo
Vivir como artista en cualquier parte del mundo no es nada sencillo y mucho más cuando se lucha por forjar la vida en un país extranjero con lengua y costumbres distintas. Para Gustavo Iusim, un mago latinoamericano en Israel, esta lucha ha sido fuente de gratas experiencias y grandes satisfacciones, gracias a su talento y alma solidaria con las que llegó a construir su vida. Sigue leyendo
Como histórico se puede calificar el más alto registro reciente de emigración de judíos a Israel, según la Agencia Judía, entidad no gubernamental que trabaja en estrecha relación con el estado de Israel, a fin de facilitar el retorno del pueblo judío disperso por el mundo a su territorio histórico. Sigue leyendo
Alrededor del mundo son muchas las personas interesadas en emigrar a Israel sin ser judías, por múltiples razones de carácter religioso, familiar o laboral. Según la “Ley del retorno” establecida en Israel desde 1950, todos los descendientes de judíos hasta tercera generación tienen derecho a emigrar a Israel y recibir la ciudadanía en un proceso que se conoce como “aliá”. Sigue leyendo
A comienzos de los años 2000, la situación económica y social en Argentina llevó a muchos de sus ciudadanos a buscar una mejor calidad de vida y oportunidades en Israel, como en el caso de Débora y Gabriel, dos jóvenes de tradición judía religiosa que se conocieron en Buenos Aires y decidieron comenzar su vida matrimonial en Israel.
La pareja organizó su viaje para el día siguiente de su boda y planearon en principio llegar a Karnei Shomron en Cisjordanía, pero por la situación de seguridad que en ese entonces se vivía en la zona decidieron cambiar los planes y comenzar su proceso de aliá en Ashkelon.
Las becas de postgrado en Israel, al igual que en otras naciones, son en su mayor parte otorgadas por las mismas universidades las cuales asignan un presupuesto para cada facultad y para cada profesor con estudiantes de postgrado.
Si se logra la aceptación para estudios de doctorado o postdoctorado por parte de un investigador o profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén, la Universidad de Tel Aviv, el Technion o la Universidad de Bar Ilan, en la mayoría de los casos el estudiante recibe una beca para su manutención a través de la facultad o del director de la investigación.
Emigrar desde Latinoamérica hacia un país con diferencias sociales y culturales tan marcadas como Israel es un proceso lleno de incertidumbres y dificultades. Quienes emprenden la aventura siendo jóvenes tienen a su favor la flexibilidad propia de su edad para adaptarse a los cambios.
Quienes, por el contrario, son personas mucho más maduras y entradas en años, enfrentan una doble encrucijada porque no sólo tienen que pasar por todo el proceso de adaptación sino que además deben superar la marginación de una sociedad que ya no los ve como personas laboralmente productivas.
La historia de Aída Daitch es un reflejo de ello. Aída era una exitosa abogada penalista en Buenos Aires, quien no tenía en sus planes de vida inmigrar a Israel. Debido a ciertas circunstancias, tuvo que dejarlo todo y emprendió viaje hacia un país en cuya sociedad ha tenido que enfrentar los problemas y los estigmas de ser una persona mayor.
Durante el curso de sus estudios escolares o profesionales, muchos judíos latinoamericanos han tenido la oportunidad de conocer Israel y han quedado enamorados de esta tierra.
Este fue el caso de Mónica Eskenazi, quien a los 21 años de edad visitó Israel para estudiar el idioma y acercarse más a sus raíces judías. En esa visita conoció a su esposo Rafael, quien regresó a Argentina después de que Mónica también retornara para finalizar sus estudios de Trabajo Social.
Después del matrimonio, Mónica y Rafael pensaron regresar a Israel pero solo lo hicieron quince años después, en 1997, con sus dos hijos David de 9 años y Daniela de 11 . Llegaron al mercaz aklita de Be’er Sheva con sólo mil dólares en el bolsillo.
Los primeros cuatro meses no recibieron el dinero que les corresponde a los nuevos inmigrantes ya que Rafael recibió un estatus diferente, el de ciudadano que retorna o tochav jozer. Después de dar la palea fueron reconocidos como olim hadashim y les permitieron vivir por más tiempo en el mercaz.