En el año 2013 una joven ecuatoriana de 20 años llegó a Israel para cumplir el sueño de convertirse a la religión judía por la línea ortodoxa. Karen Mosquera dejó sus estudios y su vida en Guayaquil para viajar hasta Jerusalén, donde realizó los estudios de judaísmo en un centro especial para mujeres latinoamericanas ubicado en la Ciudad Antigua. Sin emabargo, la vida de esta ecuatoriana en Israel tomó un giro completamente inesperado.
Poco después de haber finalizado su proceso de conversión, la vida de Karen Mosquera fue truncada por completo a sus 22 años. En octubre de 2014, la joven ecuatoriana fue atropellada por un palestino mientras esperaba el tren ligero en una de las estaciones de Jerusalén.
Gravemente herida, Karen sobrevivió dos días en el hospital. Justo antes de fallecer, su madre y su hermana menor, lograron llegar a Israel desde Ecuador para verla por última vez y darle la despedida para siempre.
Esta terrible tragedia marco el comienzo de un cambio total y radical en la vida de Rosa Barrera, madre de Karen, quien junto a su hija menor decidió quedarse en Israel y no regresar a Ecuador.
Pero ¿por qué quedarse en el país donde asesinaron a su hija, un lugar desconocido de lengua extraña y siendo una mujer de 58 años? Israel desde adentro habló con Rosa Barrera acerca de su drástica decisión y su actual vida en Israel.
Un cambio total de creencias
En Ecuador, Rosa Barrera y su exesposo duraron 20 años casados y tuvieron cinco hijos. Ella y su pareja fueron reconocidos pastores cristianos en su país durante gran parte de su vida. Sólo a la edad de 48 años Rosa comenzó a conocer acerca del judaísmo a través de un grupo mesiánico que estuvo en contacto con su esposo.
Poco a poco, Rosa y su familia tuvieron acceso a música hebrea y muchos datos acerca de las tradiciones judías. Pero mientras su esposo continuó en el cristianismo, Rosa tomó la decisión de dejar de lado esta fe cristiana, apartándose de sus labores como pastora para militar en el judaísmo mesiánico.
Por ser una persona reconocida en su comunidad, fueron muchos los que criticaron y se opusieron a Rosa, entre ellos su esposo quien luego se separó de ella.
Luego de unirse a un grupo mesiánico, una de las hijas de Rosa, Karen, también se fue interesando en el judaísmo y durante su adolescencia comenzó a buscar información en internet, acerca de sus raíces familiares y de los fundamentos del judaísmo. Con el tiempo, la curiosidad y persistencia de Karen le permitieron contactarse con el rabino ultraortodoxo Gabriel Giver, residente en Israel.
Rosa recuerda como su hija invertía noches enteras buscando información y estudiándola con la ayuda del rabino latinoamericano a través de internet.
Luego de adquirir suficientes conocimientos sobre las creencias y tradiciones judías, Karen se convenció a sí misma y a su madre de que en la corriente mesiánica tampoco se encontraban las respuestas que buscaban.
Después de terminar sus estudios escolares, Karen ganó una beca para estudiar sicología en la Universidad Católica de Ecuador; sin embargo, luego de hacer algunos cursos, renunció a la beca con el firme propósito de viajar a Israel para convertirse al judaísmo.
Estando en Jerusalén, la joven ecuatoriana se comunicó constantemente son su madre y la exhortó para que abandonara el mesianismo y buscara un grupo de judíos ultraortodoxos en Ecuador para aprender de ellos.
Karen soñaba con casarse y formar su propia familia en Israel, con la esperanza de que su madre y sus hermanos también hicieran todo el proceso de conversión que ella realizó con éxito durante un año.
Enfrentando la tragedia y dejándolo todo atrás
Luego de enterarse de que Karen había sido atropellada, Rosa y su hija menor viajaron a Israel. Todos los gastos del viaje fueron costeados por el gobierno israelí.
A los pocos días de llegar, la madre ecuatoriana tuvo que enfrentar la dolorosa muerte de su hija y darle la despedida, rodeada de numerosos judíos ultraortodoxos israelíes y latinos que la acompañaron en su aflicción.
Mientras enfrentaba la tragedia, una ecuatoriana religiosa residente en Israel le preguntó a Rosa si ella también quería convertirse al judaísmo. Cuando la madre de Karen manifestó su interés en la conversión, le sugirieron que se quedara en Israel y continuara con el proceso.
Aunque Rosa manifiesta que nunca pensó en quedarse en Israel cuando salió de Ecuador, luego de escuchar a quienes conocieron a Karen acerca de su destacada devoción y compromiso verdadero con su fe judía, ella pensó en seguir los pasos de su hija, quien anhelaba verla viviendo en Israel como judía.
La hija menor de Rosa tomó la decisión de quedarse con ella y no regresar a Ecuador con su padre. Literalmente ellas lo dejaron todo atrás, la madre de Rosa era comerciante y abandonó sus negocios.
Con respecto a las dificultades que vivió durante sus primeros meses en Israel, Rosa comentó: “Enfrentar la verdadera vida judía ha sido muy difícil”. Ella y su hija han vivido en el mismo centro femenino de estudios judíos donde llegó Karen, allí han llevado una austera vida regida por las numerosas normas del judaísmo ultraortodoxo.
El proceso de aprendizaje ha sido extenuante. El idioma hebreo ha representado una dificultad muy grande para Rosa y su hija, a pesar de que las clases sobre las normas y vida judía son en español.
Ya que su capacidad de comunicación era casi nula en los primeros meses, la madre e hija ecuatorianas tenían dificultades para las actividades más cotidianas como ir de compras o tomar el transporte.
Durante su proceso de adaptación a la vida en Israel, Rosa tuvo que acostumbrarse al carácter inquisitivo de los israelíes. “…Por donde quiera que tu vayas y conozcas personas nuevas, ellos te hacen una especie de juicio preguntándote el porqué de cada cosa…”. Sin embargo, una vez se rompe el hielo y conocen su historia y la de su hija Karen, Rosa ha sentido la acogida y simpatía que también caracterizan al israelí.
Un año después de dejarlo todo en Ecuador, Rosa y su hija culminaron su proceso de conversión aprobando el examen en la Corte Rabínica y sobrepasando la dificultad idiomática con determinación y perseverancia. El rabino Gabriel Giver, a quien contacto Karen desde Ecuador, ha apoyado a Rosa con todos los trámites y diligencias del día a día.
A pesar de ser divorciada, Rosa sigue la tradición de cubrirse el cabello como las mujeres judías casadas. Al respecto comentó: “Yo me cubro el cabello porque es algo que mi hija está viendo y quiero darle ejemplo”.
Como parte de su proceso de conversión, Rosa cambió su nombre por Shoshana (Rosa en hebreo) mientras que su hija menor adoptó el nombre Elisheva.
Con respecto a su futuro en Israel, Rosa aspira a convertirse en maestra de judaísmo en Jerusalén y a través de la costura mantenerse económicamente.
(Lea también: Ser paciente y a la vez médico en Israel. Enfrentando un giro inesperado de la vid)
A pesar de que su adaptación a la vida judía ultraortodoxa no ha sido nada sencilla y aún su hebreo es muy escaso, Rosa no se arrepiente de haber dejado su vida en Ecuador. Ella considera que está profesando una fe verdadera y está haciendo realidad el sueño de su hija Karen, quien quería que su madre viviera en Israel.