Como histórico se puede calificar el más alto registro reciente de emigración de judíos a Israel, según la Agencia Judía, entidad no gubernamental que trabaja en estrecha relación con el estado de Israel, a fin de facilitar el retorno del pueblo judío disperso por el mundo a su territorio histórico.
De acuerdo con la organización, el mayor flujo migratorio provino de Europa, de donde llegaron 9.880 inmigrantes que estaban facultados para llevar a cabo su proceso de aliá.
El dato más significativo es que de la mencionada cifra al menos 8.000 personas proceden de Francia, país duramente golpeado por la violencia del extremismo islámico el año pasado. La estadística no es sorprendente, porque con cada vez mayor frecuencia los judíos franceses son objeto de ataques motivados por el odio racial. Esta semana precisamente trascendió el caso de un maestro judío de Marsella que fue agredido por un adolescente, quien lo hirió con un machete. En vista de tal nivel de hostilidad, los líderes de la comunidad judía han recomendado enfáticamente a sus miembros evitar el uso de prendas distintivas como la kipá, a fin de prevenir más ataques.
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En la lista de emigración de judíos a Israel el año que pasó, siguen, muy de lejos, después de los franceses, los ciudadanos procedentes del Reino Unido (800 emigrantes). Les siguen judíos procedentes de Italia y Bélgica, respectivamente.
Si bien el hecho de que aumente el número de judíos europeos que emigran a Israel es algo que es bien recibido por el gobierno, preocupa por otro lado la sensación de inseguridad y desprotección que viven las personas de origen semita. Volviendo al caso de Francia, los judíos representan sólo el 1% de la población del país, pero ellos son víctimas de al menos el 50% de los casos de violencia racial que se registran anualmente.