Dejándolo todo atrás


Daniel y Marina provenientes de Argentina, llegaron a Israel en diciembre de 2002 con sus hijas de 2 y 8 años en ese entonces.

Daniel trabajaba como profesor de computación en una  escuela secundaria y Marina para el ministerio de salud como obstetra. En la actualidad viven en una pequeña población cercana a Jerusalén llamada Ma’ale Adumim.

Ma’ale Adumim- Cisjordania. Ciudad donde residen actualmente Daniel y Marina

Las personas que vivían en provincias de Argentina y estaban interesadas en ir a vivir en Israel, eran reunidas en los centros comunitarios donde un  Sheliaj, que es el representante de la agencia Judía, daba una charla acerca de las posibilidades de trabajo y comparaba entre la situación de Israel y Argentina en aquel tiempo.

Daniel recuerda: “Nos hablaban de cuánto dinero nos iban a dar,  nos dijeron que después de estudiar por seis meses, trabajábamos y en un año nos podríamos comprar una casa  y un auto,  que en Israel las cosas eran mucho más fáciles que en Argentina.  Nos preguntaron por nuestras actividades, cuando yo dije que era técnico en informática me dijeron que había un montón de trabajo para mí y que no iba a tener ningún problema. Pero desde que llegamos a esta zona llevo un año y no he podido encontrar trabajo.”

Marina estudió obstetricia en un instituto terciario de salud pública en Argentina. “Me dijeron que  no existía la obstetricia en Israel y que tal vez me tocaría estudiar enfermería o alguna otra cosa para dedicarme a otra profesión.  Yo les dije que no quería otra profesión, como puede ser que en algún lugar del mundo no exista la obstetricia ¿quien recibe a los bebes?de todas maneras nosotros tomamos la decisión, no nos veníamos por el dinero que nos ofrecían.  Era un sueño de hace muchos años. Los dos teníamos buenos trabajos y no nos faltaba nada.”

Sin embargo nos preocupaba mucho la situación social de Argentina,  la inseguridad nos motivo a venir a Israel buscando otra oportunidad de vida sobre todo por nuestras hijas.

Luego de renunciar a sus trabajos y vender todas sus pertenencias, emprendieron el viaje y  llegaron al norte de Israel a un kibutz ubicado entre Afula y Tiberia donde la mayoría eran inmigrantes latinos. “Fuimos recibidos bien,  nos alojaron en una casa muy cómoda”, recuerda Daniel.

Para Marina resultó desesperante el hecho de no poder comunicarse con las maestras de sus hijas y no entender nada de lo que decían. “Me dio mucho afán por aprender el hebreo, con el  tiempo lo empecé a hablar y entender. Personas conocidas me explicaron que tenía que hacer para revalidar mi título.  Al año de estar aquí me concentré en revalidar y aprender el idioma, ese era mi objetivo y nada más, no podía pensar en trabajo porque en ese momento el estudio era muy intenso.”

Desde de la casa de Daniel y Marina. Vista de las calles recientemente construidas de Ma’ale Adumim

Recordando las dificultades de los primeros años Daniel agrega: “Nos encontramos con una pared de burocracia que hay acá, además nadie sabe nada pero ninguno dice yo no sé.  Te dan cualquier respuesta, andábamos de aquí para allá.  Había pasado un año pero seguíamos siendo muy ignorantes en muchas cosas incluyendo el idioma,  con dificultad podíamos decir una oración completa en hebreo.

En mi caso, durante los dos primeros años entré en depresión,  me cerré;  no había manera en que pudiera aprender el idioma y llegué a un punto en el que no quería estar acá.  Empecé a salir de la depresión cuando nos mudamos a Ramat Gan en el centro del país y comencé a trabajar en mi profesión. En esa época manejaba un poco más el idioma y sentí que podía hacer las cosas. Sabía que tenía que adaptarme.”

Viviendo en Nazaret Ilit , Marina viajaba a Haifa para estudiar en el ulpán de hebreo, salía a las seis de la mañana y regresaba alrededor de las cuatro de la tarde.  “Trabajé limpiando escaleras, pero por la intensidad de los estudios no pude continuar. Recuerdo que un día,  antes de Rosh Ashana, yo lloraba mientras hacia ese trabajo y recordaba que en Argentina tenía una persona que me limpiaba mi casa. Me sequé las lágrimas y me dije: Estoy estudiando y con la ayuda de Dios voy a trabajar en mi profesión. Comencé la reválida con cursos de enfermería que duraban año y medio, además tenía que hacer prácticas en el hospital inglés de Nazaret donde la mayoría son árabes.

Algo que en verdad yo lamento mucho, es que mi hija mayor creció muy rápido, en todo ese tiempo que yo estuve estudiando ella creció y yo no me di cuenta. Eso duele mucho.

Para Daniel el comienzo fue muy complicado ya que no encontraba trabajo en su profesión. “Yo caí en las manos de las Coaj adam (Oficinas de empleo), que junto con el ministerio del trabajo me conseguían empleo solo en fábricas, también fui vigilante.  Hice muchas cosas excepto limpieza”

Para la hija mayor de Daniel y Marina, fue muy duro dejar atrás su vida en Argentina. Marina recuerda lo mucho que su hija extrañaba el colegio y familiares: “A Karen le costó mucho, se la pasó llorando durante seis meses. Todos los días en las tardes se sentaba arriba de mi regazo y llorando me decía: quiero volver a Argentina, extraño a mis abuelos, a mi maestra y a mis amigos. Ella había terminado segundo grado en Argentina pero acá las clases ya habían comenzado cuando llegamos. Yo quise que ella continuara acá en segundo grado mientras se adaptada al idioma pero me dijeron que no, que debía entrar a tercer grado que en ese entonces estaba por la mitad de los estudios. Ella no hablaba hebreo, pero a los seis meses jugando con una niñas se enojó mucho y comenzó a gritar en hebreo. Yo me sorprendí porque a partir de ese momento la escuché hablando el idioma por primera vez.

En la escuela me decían que la niña no prestaba atención, yo les explicaba que era debido a su carencia del idioma, pero para ellos, la niña sufría de falta de concentración e hiperactividad y necesitaba Ritalin, ¡así,  sin diagnóstico ni nada! Yo me negué.  Cuando nos fuimos a vivir a Nazaret Ilit,  mi hija debía pasar al cuarto grado pero yo sabía que no había aprendido nada del tercero. Les pedí a los maestros que le permitieran estudiar nuevamente el tercer grado y me dieron un NO rotundo porque en Israel las cosas no eran así. Les dije que la pusieran en el  cuarto grado y le hicieran  pruebas. Luego de esa semana me preguntaron si estaba interesada en bajarla al tercer grado, les dije que eso era justamente lo que había pedido. Afortunadamente  nos ayudo mucho una maestra brasilera que había llegado a Israel hace muchísimos años a la misma edad de mi hija y que tuvo las mismas dificultades.”

Abriéndose paso en la vida laboral

Solo hasta el 2008, Daniel encontró un empleo en su profesión luego de mudarse a Ramat Gan.

Solo hasta el 2008, Daniel encontró un empleo en su profesión luego de mudarse a Ramat Gan. Con la ayuda de unos conocidos, elaboró su currículo y lo envió a varios lugares por internet. “Conseguí trabajo  en el laboratorio de una compañía de computadores,  comencé a integrarme y me fue bien. Trabajé en esa compañía durante dos años. Allá fue donde yo más crecí en el idioma y me relacioné con la gente, aún sigo en contacto con ellos. Además logre obtener la validación del título que traje de Argentina.

Luego de aprobar el examen nacional, Marina obtuvo el título de enfermera diplomada para luego  continuar los estudios de su especialidad. “Tenía que hacer más exámenes en el área de obstetricia, esperé cinco meses mientras empezaba el curso. En el ministerio de salud me dijeron que podía trabajar como enfermera, así que con lo aprendido en el ulpán preparé mi currículo y  fui a los hospitales.  Conseguí trabajo en el hospital inglés de Nazaret Ilit por tres meses, eso fue en el 2005 o 2006,  luego me llamaron del hospital francés también en Nazaret.”

 

En cuanto al trato y condiciones de trabajo, Daniel considera el que el mejor ambiente laboral lo encontró en el laboratorio de computación donde la mayoría de los empleados eran rusos, sin embargo tuvo algunas dificultades con los compañeros que se ocupaban del almacenamiento y que habían nacido en Israel. “Con el tiempo me di cuenta que aquí ¡siempre se es un extranjero nunca un israelí!”

Nazaret Ilit, ciudad donde Marina comenzó su vida laboral en Israel

Para Marina, el trato recibido durante su trabajo en el hospital inglés fue bastante bueno, “jamás me sentí distinta, estudié con una amiga que también hizo Aliá. Hubo muchas caídas pero siempre una le daba ánimo a la otra.  Jamás nos faltaron al respeto, ni nos veían como inferiores por no ser árabes.

En el hospital francés el ambiente era muy distinto, me sentía como en una cárcel,  teníamos muchas restricciones, además debías hacer labores de mucama.  Trabajaba principalmente de tarde o de noche para poder estudiar. Cuando aprobé el examen nacional,  recibí mi título de obstetra y le dije adiós al hospital francés.

Cuando nos mudamos para Petaj Tikva conseguí empleo en Tel Ashomer en la división de embarazos de alto riesgo, allá laboré por cuatro años. En la actualidad estoy trabajando en una Cupat Jolim (Empresa prestadora de servicios de salud) en Jerusalén. Siempre que buscaba empleo le pedía a Dios que me ayudará, yo me siento muy bendecida por que he podido trabajar en mi profesión.

Marina y Daniel reconocen que se han sentido valorados en los trabajos de su profesión a pesar de las dificultades de adaptación e idiomáticas.

Hablando con ellos acerca de la comunidad latina en Israel, la describen como muy heterogénea, notoriamente trabajadora y abierta.  Sin embargo no tienen mucho  amigos latinoamericanos, y aquellos que llegaron junto con ellos en el 2002, en su mayoría regresaron a Argentina.

 

Qué recomiendan

Según la opinión de Daniel: “Dependiendo de la edad, es mejor venir a Israel habiendo estudiado una profesión. Si la persona tiene tiempo y no sabe nada de hebreo, es mejor que lo estudie antes del viaje con alguien que haya estado en Israel.”

En cuanto a la búsqueda de trabajo Marina y Daniel recomiendan:  “Es muy importante aprender a hacer una buena hoja de vida, y en las entrevistas de trabajo acá uno no deber decir más de lo que necesita decir, las respuestas deben ser concretas, no más o menos de lo que debes responder.”

Para aquellos que desean establecer un hogar, Marina afirma: “Si quieres tener una familia, Israel es un buen lugar para hacerla, es un país seguro. Es difícil como en cualquier lugar pero los  niños pueden caminar tranquilos desde la escuela hasta su casa y no hay peligro en que tomen un autobús.

Daniel agrega: “Si me preguntan si acá en Israel es posible tener éxito, yo creo que eso depende de cada uno, no depende del país. Sin embargo aquí hay más posibilidades que en Argentina.  Aquellos que están acostumbrados a hacer su vida honestamente, les va a ir muy bien. Aquí la ley se ve, enjuician hasta a los ex primer ministros. Para triunfar te tienes que adaptar y no imponer tu forma de ser.”

Si pudieran regresar al pasado, Daniel y Marina procurarían no volver a caer en las manos de aquellos empleadores que se aprovecharon de sus desventajas y nunca las pagaron por su trabajo.

Daniel al respecto comenta: “Si regresara al pasado no perdería tanto tiempo en cosas inútiles y me dedicaría a estudiar más y profundizar en el hebreo. Pagaría el precio de pasar necesidades porque es una inversión a futuro. También procuraría informarme más pero sin confiar tanto en los funcionarios de las oficinas.”

A pesar de las dificultades, Marina, Daniel y sus hijas han logrado adaptarse al país y no se arrepienten de haber emprendido la aventura de la Aliá.

Marina afirma: “Si una persona está decidida realmente a dejarlo todo y venir, debe averiguar todos los datos lo mejor posible y no quedarse con lo que le dice una sola persona. Este es proceso muy difícil, los primeros dos o tres años son muy difíciles pero vale la pena.”

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3 comentarios en “Dejándolo todo atrás”

  1. Un saludo a todos,

    Para empezar enhorabuena por la web. Me parece muy útil y bien organizada.

    Verán, en estos momentos me encuentro en un dilema y lo peor es que debo tomar una decisión ya. Agradecería mucho si alguien pudiera darme consejo.

    Actualemnte trabajo en España y mi actual empresa me propuso irme por un año y medi aproximadamente a Beerseba, a unos 150 km al sur de Tel Aviv.

    La oportunidad parece buena, porque siempre me ha gustado viajar y conocer países nuevos. Sin embargo no entraba en mis planes un país como Israel, y menos una ciudad como Be’er Sheva, porque siempre he tenido la idea de ser un lugar inseguro.
    El tema de la inseguridad es el que más me asusta. No me da miedo el idioma ni ninguna otra cosa. Pero creo que me agobiaría vivir en un sitio donde mi novia y yo no nos sintiéramos bien seguros en las calles.

    ¿Podrían hablarme algo sobre esto? ¿Podrían decirme si mis sospechas son ciertas o estoy exagerando?
    Si alguien conoce esta ciudad, ¿sabría decirme si alguien acostumbrado a la vida en Europa se podría adaptar bien? (en fin, si hay lo típico de ciudades europeas como centros comerciales, gimnasios, cines, …)

    Lo agradacería mucho de veras. Un saludo de nuevo.

  2. En las metropolis mas grandes de Israel hay menos inseguridad que en la metropolis más chica de europa.
    no soy amante de Beer Sheva justamente, pero es una ciudad que no para de crecer y de tener cada vez más universidades y centros comerciales. tengo amigos que han vivido allí durante sus estudios y siguen vivos 😉

  3. Hola a los dos… Soy uruguaya y junto con mi esposo hicimos Aliah en setiembre de 2014. Ahora realmente, me encuentro en la etapa de Marina antes de Rosh Ashana. Soy enfermera, diplomada o cómo quieran que le llamen acá! Estoy terminando el segundo curso de Ulpan y a su vez haciendo un curso (solicitado por el Misrad Habriut) en el Hospital Wolfson, en Holon. Se me está haciendo muy difícil, sobre todo el idioma, lectura, gramática está bien, el tema es hablarlo!!!
    El caso de mi esposo es distinto, el vino a estudiar, está haciendo un doctorado en el Majon Weizmann, en Rehovot, donde vivimos. Gracias a Dios contamos con ese ingreso, por que la verdad que si quiero trabajar de mi profesión, es muy dificil en este país ser enfermero o similar. Se necesita un nivel muy alto de hebreo y nos encontramos con esa ansiedad de saberlo todo ya! No es imposible, pero toma su tiempo. Estoy un poco cansada, desde la semana que llegamos no he tenido descanso con el hebreo…. ya lo odio! Pero lo necesito… complicada relación je.
    Me alegro que uds hayan salido adelante y encaminado sus vidas. Me da una esperanza… se puede, duele, cuesta muchas lagrimas, pero se logra…
    Saludos

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