Durante el curso de sus estudios escolares o profesionales, muchos judíos latinoamericanos han tenido la oportunidad de conocer Israel y han quedado enamorados de esta tierra.
Este fue el caso de Mónica Eskenazi, quien a los 21 años de edad visitó Israel para estudiar el idioma y acercarse más a sus raíces judías. En esa visita conoció a su esposo Rafael, quien regresó a Argentina después de que Mónica también retornara para finalizar sus estudios de Trabajo Social.
Después del matrimonio, Mónica y Rafael pensaron regresar a Israel pero solo lo hicieron quince años después, en 1997, con sus dos hijos David de 9 años y Daniela de 11 . Llegaron al mercaz aklita de Be’er Sheva con sólo mil dólares en el bolsillo.
Los primeros cuatro meses no recibieron el dinero que les corresponde a los nuevos inmigrantes ya que Rafael recibió un estatus diferente, el de ciudadano que retorna o tochav jozer. Después de dar la palea fueron reconocidos como olim hadashim y les permitieron vivir por más tiempo en el mercaz.
Mónica tenía un nivel intermedio de hebreo y continuó estudiando en el ulpán para profesionales y así ganar aún más dominio del idioma. Sin embargo en algunas oportunidades no le brindaban ayuda suficiente por considerarla muy avanzada en el idioma.
Ya que en su primera visita Rafael estuvo rodeado principalmente de argentinos, su hebreo era muy básico y no pudo continuar estudiando y debido a las dificultades económicas se vio obligado a trabajar en una fábrica a los tres meses de haber llegado.
Después de una etapa económicamente difícil, a los 8 meses de estar viviendo en Be’er Sheva decidieron irse a vivir al Carmiel (en el norte de Israel) donde Rafael contaba con el apoyo de un primo que le ayudó a conseguir trabajó en una fábrica. Estuvo en ese lugar por 9 meses hasta que fue despedido por recorte de personal pero a la semana le dieron trabajo en otra empresa en la cual estuvo por seis años.
Rafael también fue empleado en una fábrica de plásticos por tres años donde las labores físicas eran duras. Adicionalmente, debido a la gran cantidad de trabajadores de origen árabe el trabajo de Rafael se dificultó por el desconocimiento de su idioma. Al respecto comenta “los árabes son muy envidiosos y se benefician mucho entre ellos, sin embargo es mucho mejor tener un jefe árabe o ruso que un jefe latinoamericano que piensa ser mejor que todos los demás y es aplastante. El jefe israelí sabe que debe administrar la fábrica pero no puede administrar tu vida.”
En la actualidad Rafael trabaja en una empresa metalúrgica a la cual llegó gracias a la información que le suministró un amigo. Llevó su hoja de vida personalmente al lugar y fue llamado una semana después.
Rafael ha encontrado trabajo a través de relaciones personales y conocidos. Sin embargo, él afirma que aunque es considerado un buen trabajador los sueldos que ha recibido no han sido suficientes para cubrir sus gastos y la barrera más grande con la que se ha enfrentado en Israel es el idioma.
A Mónica le fue reconocido su título profesional luego de un año de su llegada a Israel. Posteriormente, consiguió una práctica profesional en una institución de salud mental a través de una amiga argentina que tiene un cargo directivo en la institución. Su sueldo era de tan solo 500 shequel, razón por la que tuvo que buscar trabajos complementarios en oficios varios hasta lograr que la aceptaran como trabajadora regular en la institución de salud. Debido a la falta del idioma inglés, Mónica no estudió un segundo título lo cual según ella le hubiera permitido avanzar en su trabajo.
A sus 53 años Mónica consiguió su trabajo actual buscando en un portal de empleos en internet. Luego de enviar varias hojas de vida a través del portal, fue citada para una entrevista, pero solo después de tres meses y de varias llamadas para saber si aún tenía oportunidad de trabajar, ella logró que la entrevistaran nuevamente y que la contrataran.
Mónica considera que su alto nivel de hebreo le ha permitido relacionarse bien con la gente y conseguir trabajo en su profesión. Además, contrario a lo que parece, su edad es una ventaja ya que es vista como una profesional experimentada y que se mantiene constante en el trabajo.
Mónica considera que los trabajadores sociales latinoamericanos son considerados buenos profesionales en Israel y son valorados a pesar de las dificultades que tiene todo comienzo. Además, ella no ve en el carácter de los israelíes una barrera en su trabajo ya que ha encontrado tolerancia en sus relaciones personales.
Por su parte, Rafael lamenta haber tenido que trabajar al poco tiempo de su llegada a Israel y no haber estudiado algo más para mejorar sus posibilidades de trabajo.
Para cada uno de los hijos de Mónica y Rafael el proceso de adaptación fue diferente. David no tenía muchos amigos en Argentina. Cuando llegó a Israel no quería salir ni a la calle, pero con el paso del tiempo aprendió bien el idioma, consiguió un buen grupo de amigos y en el ejército alcanzo el rango de oficial.
Mónica comenta que aunque su hijo está muy apegado a Israel, mantiene el contacto con sus raíces latinas a través de la música y ha estado en Argentina de visita.
Daniela también aprendió el hebreo rápidamente, se adaptó a la sociedad, hizo parte de la policía militar pero a diferencia de su hermano no ha querido involucrarse con la cultura argentina ni visitar su país natal.
En el año 2000 Mónica quedó embarazada y tuvo a su hija Edén. Para ella existe una diferencia muy notoria entre el carácter de sus dos hijos nacidos en Argentina y su hija israelí, ya que a pesar de haberse educado en la misma familia, Edén tiene una personalidad más fuerte, rebelde y es menos obediente. La influencia de la sociedad israelí ha marcado una diferencia notoria en su comportamiento.
Rafael y Mónica recomiendan a aquellos que quieran hacer alíá no dejar de lado el estudio del inglés y venir con el pleno convencimiento de que Israel no es un paraíso.
Construir la vida en Israel no ha sido fácil para Mónica y Rafael, pero están convencidos de haber tomado una buena decisión porque en su opinión, aunque se paguen altos impuestos y los hijos deban servir en el ejército, es un país que brinda herramientas para hacer una buena vida y en el que ocurren situaciones que con dificultad se dan en Latinoamérica como la devolución de impuestos a la que fue merecedora Mónica por no haber alcanzado a devengar una cantidad determinada de dinero en el año.
Rafael y monica les felicito porque todo tiene que ser a fuerza de lucha y ser persistente. han logrado lo que yo quiero lograr, vivir en israel, los anos que me quedan. tengo 60 anos, pero no lo paresco. he trabajado, y todavia trabajo en hospitalidad, estoy muy fuerte y con
mucha energia. lo unico no hablo hebrew, y soy de padres puertoriquenos y soy nacida en usa. hablo espanol y ingles. estuve en israel junio 2013 y me enamore de ese tan bello pais. ustedes me podian orientar un poco. se lo voy a agradecer mucho, sinceramente,elisa jaochin
Hola Monica, te cuento que soy de Argentina, Rosario y tengo una familia compuesta por 4 hijos de 16, 14, 10 y 7 años y la verdad es que acá tengo un negocio a la calle pero cada vez es mas difícil poder subsistir, no veo un futuro para mis hijos y hay mucha inseguridad.
Me gustaría tu opinión de ver si allá podría conseguir algo mejor, tenemos mucho miedo con mi marido de tomar una decisión mal y no poder adaptarnos allá y sacrificar así los chicos y lo poco que uno tiene acá.
Así también el ejercito para los chicos, me da miedo.
Necesito una opinión de alguien como ustedes que ya pasaron por esto.
Muchas gracias.
Ariana