Cecilio y Sonia son una pareja de argentinos que se conocieron en su juventud pero sólo después de 10 años lograron reunirse para casarse y vivir en la ciudad costera de Eilat.
Este año cumplieron cinco años de casados y para Cecilio también han sido cinco años viviendo en Israel. Sonia inmigró primero junto con su padre hace catorce años dejando en Argentina a Cecilio quien luego viajo a España y vivió allá por cinco años sin olvidarse de Sonia.
Cecilio decidió que se reuniría nuevamente con Sonia, para lo cual solicitó la visa de turista y así entrar en Israel. Una vez juntos, se casaron e iniciaron el proceso para la legalización del estatus y la adquisición de la ciudadanía para Cecilio.
Aunque en su adolescencia Sonia se opuso a viajar a Israel por no separase de Cecilio, tuvo que seguir los pasos de su familia y vivir nueve años en Nazaret Ilit. Ella tenía previos conocimientos de hebreo que estudió en Argentina, sin embargo los primeros años fueron difíciles y sufrió de depresión principalmente por estar alejada de quien tanto amaba.
Cuando Cecilio llegó a Israel no tenía ningún conocimiento del idioma, “Al principio me defendía con el inglés, pero en la actualidad se me dificulta hablarlo porque cuando aprendes otro idioma todo se complica más. El hebreo en ese entonces me parecía rarísimo, pero cuando comencé a trabajar ahí fue cuando empecé a aprender el idioma. Me hubiera gustado estudiar el hebreo antes de venir, en la actualidad lo hablo pero no lo escribo.”
Cecilio trabajó en los hoteles de Eilat donde la mayoría de los empleados eran rusos que no hablaban inglés, luego su única alternativa fue aprender el hebreo. Sus recuerdos son claros al respecto. “En general no tuve problemas en ese trabajo, la gran mayoría eran buenas personas aunque no falta el que te contesta o te habla mal.”
En los primeros años de su vida en Eilat, una de las mayores dificultades que enfrentaron Cecilio y Sonia fue la soledad. A pesar de tener parientes en Israel, su relación no es muy cercana y tuvieron que enfrentarse a la vida solos luchando contra las dificultades.
Antes de legalizar su estatus, Cecilio realizó trabajos no calificados y cayó en las manos de otra inmigrante Latinoamérica que se aprovecho de su situación para explotarlo.
En la actualidad él trabaja para una compañía mexicana que extrae el cobre de las minas de Timna a unos 30 km de Eilat. La mayoría de los empleados son de habla hispana pero también hay israelíes. En cuanto a su remuneración Cecilio comenta: “Aunque en la empresa pagan bien la hora y yo soy jefe de turno, no tengo muchas horas extras y tengo problemas para que me reconozcan monetariamente que estoy encargado. Además, otra dificultad que tengo yo y otro compañero de habla hispana que también es supervisor, es que para los empleados israelíes lo peor que les puede pasar es que un latino les dé órdenes y eso nos crea conflictos. ”
Sonia comenta acerca de su esposo: “Yo me siento muy orgullosa de él, porque vino a un país que no conocía, solamente por una razón que era “yo”; y de limpiar calles aquí en Eilat , lavar platos y arreglar cuartos en los hoteles, paso a ser responsable de turno en una empresa y aprendió a hablar el hebreo. ”
Hacer amigos tampoco ha sido fácil para ellos, “Acá en Israel no es como en los países latinoamericanos que se dan tiempo para un asado, aquí todo el mundo está ocupado, todos viven en su mundo”, comenta Sonia.
El camino laboral y la calidad de vida
Una vez legalizada su situación en Israel, Cecilio emprendió la búsqueda de trabajo dirigiéndose directamente a los hoteles donde encontró empleo. Cecilio relata: “un amigo peruano me comentó que estaban necesitando gente en la empresa donde trabajo actualmente, así que pasé los papeles, a los tres días me llamaron a entrevista y al domingo siguiente empecé.”
Sonia trabajó en un centro comercial de Nazaret en Home Center como vendedora y en Eilat consiguió empleo en una tienda de ropa. En la actualidad, por problemas de salud ella no trabaja y recibe un subsidio del estado.
Sobre la calidad de vida en Eilat, Cecilio opina: “En cuanto a la medicina, hay mejor atención y calidad en el norte que acá en el sur, y en cuanto a vivienda, cuando llegamos a esta zona era relativamente fácil y barato conseguir un departamento, pero hoy en día los precios han subido muchísimo, ahora pagamos 2000 shekel de alquiler por un departamento de dos ambientes sin incluir agua, el impuesto municipal, la luz y el gas. Es decir por menos de 2500 shekel con todo incluido no consigues nada acá.”
Sonia complementa diciendo que aunque los precios han subido sigue siendo mucho más económico el alquiler en Eilat que en el centro del país.
Por su carácter turístico, Cecilio afirma que en Eilat hay mucho trabajo todo el año, además recomienda: “Yo le diría a una persona que se quiere venir a vivir acá que se arme de mucha paciencia, en segundo lugar que trate de aprender el idioma lo mejor que pueda porque las exigencias laborales están más altas que hace cinco años atrás. Puedo decir que en los hoteles la explotación es terrible, todas las horas las pagan igual sin recargo extra, es decir para ganarse lo mínimo que se requiere para vivir, hay que trabajar como 16 horas diarias. En la actualidad trabajan muchos empleados refugiados sudaneses, ellos se comunican en inglés y también son muy explotados.”
Por estar en el extremo sur de Israel, después del desierto del Neguev, Eilat es particularmente diferente al resto del país y en cierta manera es una ciudad que tiene un cierto grado de aislamiento. Al respecto Cecilio dice: “Nosotros sentimos una gran diferencia en cuanto al transporte, si quieres viajar al centro o norte y no tienes un auto, es muy complicado. El servicio de buses no es cómodo. Viajar un jueves es terrible, muchísima gente. ”
“Puedo decir que en general la calidad de vida en Eilat es buena, siempre hay mantenimiento de las calles y jardines públicos, además es una ciudad muy limpia y bastante segura.”
Comparando con su vida en España, Cecilio comenta que aparte de la diferencia idiomática, él reconoce que en Israel no se vive la xenofobia y persecución contra los inmigrantes tan notorias en Cataluña. Además agrega: “En España yo trabajé como electricista y fontanero, pero aquí en Israel si no tienes las certificaciones, no te dan la oportunidad de trabajar en esos oficios.”
Sonia y Cecilio se sienten en la actualidad a gusto en Israel, para ellos este es un país muy bello por sus paisajes turísticos e históricos y consideran que su situación económica es buena y no les falta nada. Sin embargo extrañan muchísimo la comida de Argentina, la familia y sus amigos.
Buenos días, me gustaría contactar con Cecilio que trabaja en las minas de cobre a 30 kms. de Eilath. Muchas gracias, lo necesito